La Organización Mundial de la Salud (OMS) clasificó de manera formal en el 2022 el Síndrome de Burnout como una enfermedad, porque modificó y visibilizó muchas situaciones, al tiempo que los colaboradores comenzaron a priorizar su salud mental.

Este es un término utilizado para describir a un colaborador con un gran desgaste profesional, conocido como: “trabajador quemado”. El colaborador tiene una respuesta inadecuada al percibir diferencia entre sus ideales y la realidad de su vida laboral y profesional, así como al estrés laboral crónico, lo cual se ve reflejado en una conducta negativa hacia la organización y sus compañeros, así como un gran deterioro a nivel físico, mental y emocional. Este síndrome puede ser el detonante de otros problemas más graves relacionados con su salud.

Entre los síntomas más comunes que se pueden identificar en un colaborador están:

Agotamiento y cansancio
Desmotivación
Desinterés y falta de iniciativa
Malestar, quejas constantes
Bajo rendimiento
Relaciones interpersonales distantes y frías
Irritabilidad, cambios de humor
Desconfianza
Desconcentración y problemas con la memoria
Negatividad y pesimismo
Ausentismo laboral
Incremento de conflictos con compañeros
Aislamiento

La clave es priorizar el bienestar y salud mental de los colaboradores, ¿qué pueden hacer las organizaciones?

Brindar información este síndrome, sus síntomas y consecuencias principales para que sea más fácil detectarlo a tiempo.
Intervención a nivel individual, grupal y organizacional
Tratar de reducir las situaciones generadoras de estrés laboral
Brindar mayor independencia y autonomía
Vigilar las condiciones del ambiente laboral
Diseñar e implementar talleres de salud mental, resiliencia, inteligencia emocional, liderazgo, wellness, habilidades sociales, etc.
Anticiparse a los cambios brindando talleres que contribuyan a desarrollar habilidades, conocimientos y estrategias para enfrentarse a éstos.

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