Coopersmith (1967), citada en un estudio de Morán y Manga (2005), define la autoestima como “una actitud de aprobación o desaprobación que indica la medida en que el individuo se considera a sí mismo capacitado, importante, con éxito y valioso […] se trata de un juicio personal de valía que se expresa en las actitudes que el individuo retiene hacia sí mismo”.
En ese sentido, la autoestima laboral es la percepción que tenemos sobre nuestro desempeño en el ámbito laboral, y la determinamos con base en lo que consideramos se debería hacer y a lo que creemos que hacemos. Esta valoración es subjetiva y puede verse afectada por diversos factores como: la competencia entre compañeros, la presión de los superiores, motivación, clima laboral, resultados y valorización entre otros.
Este término no tiene que ver con los conocimientos o habilidades con los que cuente la persona, más bien, se relaciona con los sentimientos hacia el trabajo. Cuando se considera que no se es lo suficientemente bueno en el trabajo que se desempeña, se disminuye la confianza en sí mismo, y esto puede generar una autoestima baja la cual afectara la calidad del trabajo.
La autoestima se establece sobre el pilar del respeto hacia uno mismo y sobre el recorrido que se esté dispuesto a llevar para continuar creciendo. Algunas veces se utiliza el termino de autoestima para referirse a la autoconfianza (capacidad de creer en nuestro propio juicio y habilidades) o autoeficacia, sin embargo, es diferente.
La autoeficacia y la auto dignidad son los cimientos de la autoestima laboral, con la autoeficacia el colaborador es capaz de entender, comprender, resolver y confiar en su capacidad teniendo en cuenta la necesidad y el interés propio. Y la auto dignidad se concibe por la seguridad, integridad y plenitud del colaborador.
¿Habías escuchado sobre este concepto?
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